Los antepasados del pueblo Achuar han vivido a lo largo de los ríos Pastaza y Morona durante miles de años. En 1992, a los Achuar se les concedieron títulos legales sobre 680.000 hectáreas de las 800.000 en total que componen su territorio ancestral. Esto ha permitido a los Achuar gestionar sus recursos naturales según su propia visión; a excepción de los recursos subterráneos/minerales, sobre los cuales el Estado ecuatoriano aún es titular.
Los Achuar tienen una sólida estructura de gobierno que les ha permitido mantener la extracción de petróleo y la tala fuera de su territorio durante 60 años. Continúan practicando el ritual de la guayusa todas las mañanas, beben chicha de yuca durante la jornada laboral y en ocasiones especiales ingieren plantas sagradas y alucinógenas como la ayahuasca para encontrarse con Arutam (un espíritu de la selva), que guía su trabajo y sus vidas.